El "trastorno" de da Vinci


En estos días, los grandes medios de comunicación nos han hablado de un estudio del King's College de Londres que, según nos dicen, refuerza la hipótesis de que Leonardo da Vinci sufriera trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

Estas líneas no pretenden repetir esa información que cualquiera puede encontrar "googleando" por unos segundos, sino tomarla como base para reflexionar y "bucear" un poco en la profundidad de los detalles. ¿Por qué? Pues porque es sólo allí, en la profundidad, donde se hallan las "perlas" que busca cualquier persona con ansia sincera por conocer, en lo posible, la hipercompleja realidad.

Las generaciones que hoy vivimos en este planeta solemos vernos como muy avanzadas y distintas, si no superiores, a las que vivieron antes. Pero, en muchos aspectos, seguimos arrastrando primitivismos más propios de las cavernas que del s.XXI (y eso cuando no retrocedemos directamente). El citado estudio del que hablan los medios nos da una oportunidad perfecta para centrarnos en una de esas actitudes impropias de un milenio realmente nuevo: la patologización de la diversidad natural.

Pero empecemos por el principio… Muchas personas que hayan observado detenidamente la naturaleza, y reflexionado acerca de ella, se habrán percatado de un detalle crucial e innegable: la naturaleza genera diversidad.


No importa a dónde miremos… del microcosmos al macrocosmos, el mundo natural está repleto de diversidad. Desde las partículas subatómicas a las desorbitadas estructuras y escalas del universo, la diversidad natural reluce en todo su esplendor.

Y si nos vamos al mayor logro de la naturaleza, la vida, ¿qué tenemos? En efecto, ¡¡diversidad!! Diversidad que genera diversidad. Una acertadísima estrategia que maximiza las probabilidades de afrontar, con éxito, los retos imprevistos y adversos del futuro. ¿La prueba de ese éxito? Pues unos 4000 millones de años de vida en La Tierra, a pesar de los muchos desafíos, dificultades y cataclismos.

Y es que ya lo decían nuestros "atrasados" abuelos: "la naturaleza es sabia". Pero parece que muchos de nosotros, los "avanzados" de hoy, tenemos tal obsesión por ser más sabios que nadie que a veces acabamos no entendiendo lo que está ante nuestros ojos.

Llevamos décadas viendo una creciente obsesión por patologizar, es decir, por considerar enfermedad (o trastorno, que técnicamente no es lo mismo) aquello que no se entiende, o no encaja en un concepto de "normalidad" que a menudo es, como mínimo, discutible.


¿Alguien se ha parado a pensar en que esas "desviaciones" puedan ser, en realidad, la forma en que la naturaleza regala su diversidad a nuestra civilización, para que aprenda a integrarla y aumente sus probabilidades de éxito ante retos futuros?

Hay personas que nacen para ser especialistas, hay personas que nacen para ser exploradoras… Hay personas con el don de "parir" ideas, y personas con el don de convertirlas en realidades… Y las hay mejores en esto, o en aquello... Pero en toda persona habita un genio escondido. Un genio que se apasiona haciendo lo que quiere hacer, hasta el punto de hacerlo genialmente.

Descubrir ese genio, ayudarle, poner a su alcance los medios y el entorno inspirador que necesite para desarrollarse y florecer… Esa debería ser la función primordial de unos sistemas educativos y formativos avanzados, en lugar de buscar "normalizar" lo que se prejuzga y etiqueta a la ligera como "raro", "anormal", "patológico"...


Es evidente que hay un "proyecto natural". No importa tanto si lo creó una divinidad, el azar… El hecho neto es que ahí está, desarrollándose ante nuestros ojos. Y nos lleva unos 13000 millones de años de ventaja y experiencia acumulada. Así que, si como civilización recién llegada pretendemos ir en su contra, o "a nuestra bola", quizás deberíamos pensárnoslo dos veces.

Si por el contrario aprendemos a integrar nuestro proyecto (la civilización humana) en el de la naturaleza, reconocemos el valor de su diversidad y asumimos que somos la única especie conocida dotada para proteger su mayor tesoro (la vida), entonces cabalgaremos sobre un corcel que lleva 130 millones de siglos ganando, y que a buen seguro nos conducirá hacia horizontes de esplendor hoy difíciles de imaginar.

Quizás un gran paso en ese aprendizaje sería tratar de etiquetar menos y comprender más. Quizás un gran paso sea preguntarse hoy: ¿realmente el "trastorno" estaba en da Vinci? ¿Y si estuviese en una sociedad empeñada en "curar" la diversidad natural que produce genios?


Puedes apoyar al autor compartiendo, y en Patreon. ¡Gracias!

Comentarios

  1. Este artículo solo puede nacer de una persona genial en el más amplio concepto de lo humano y lo intelectual.

    ResponderEliminar
  2. ... y nosotros empeñados en igualarlo todo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El alfabeto y la democracia en Grecia [RES/190705]

Tipos de artículos y de recopilaciones de datos